1 - La necesidad de evolucionar de una actitud que considera al sexo como primordial-mente de índole física hacia un concepto del sexo como atributo de la personalidad.
2 - La necesidad de evolucionar de un mora-lismo irracional y de actitudes no morales hacia una moral esclarecida (a lo que agregamos nosotros la misma para ambos sexos)
3 - La necesidad de evolucionar de una actitud de silenciamiento, o inversamente de charlatanería, a un conocimiento objetivo del sexo.
4 - La necesidad de evolucionar de actitudes adustas, ceñudas o frivolas hacia una aceptación equilibrada.
5 - La necesidad de evolucionar de una actitud de temor o miedo, o de chocante brutalidad hacia una sincera franqueza.
6 - La necesidad de evolucionar de una actitud de preocupación estrictamente personal, hacia las de reconocimiento del sexo para la sociedad.
7 - La necesidad de evolucionar de una actitud de rígida dominación masculina y subordinación femenina o de considerar a los sexos como idénticos en todo sentido, hacia un respeto ñexible e igualitario de la responsabilidad individual aceptando los valores específicos y peculiares de cada uno.
Es sabido que las actitudes se forman en los primeros años de la vida por influencia del medio en que se desarrolla el niño y de las ideas, costumbres, actitudes, y enseñanzas de los adultos que integran ese medio. Cada cultura tiene sus prescripciones propias al respecto.
La educación necesita conducir y ayudar al niño y al adolescente a elaborar sus propias actitudes frente a los problemas planteados por el sexo, de forma de poderlas analizar críticamente y no aceptar ciegamente lo que el grupo o la moda impone.
Esta revisión crítica de sus propias actitudes y las del grupo puede acentuarse en la adolescencia, ya que la evolución del intelecto en esa etapa, abre la posibilidad de pensar reflexivamente y las urgencias de la maduración los sitúan de lleno frente al problema.
III.- El comportamiento se refiere a la manera de ser y de actuar de los seres, a las manifestaciones objetivas de su actividad. El comportamiento sexual es la forma de conducirse el individuo en las distintas edades frente a lo" sexual. Lo que hace, lo que no hace, los juegos, el enamoramiento, lo que decide, las dudas, las reacciones, los asentimientos o las oposiciones, lo que logra para sí, para su pareja, para sus hijos, la forma de conducir una relación para alcanzar su plena realización.
Es necesario llevar a los jóvenes a establecer un nuevo código que regule la conducta sexual, coherente con los conocimientos proporcionados por la biología, la psicología, la sociología, la moral, la etología y la antropología; que tenga como fundamento la necesidad de crear relaciones interpersonales satisfactorias, ricas, profundas y responsables, antes de concretarse simplemente en la práctica sexual.
El mismo debe ser estructurado sobre bases científicas, enraizado en la tradición cultural y considerado válido por los jóvenes que intervienen en su elaboración y no lo reciben como algo impuesto.
Como vemos, la tarea a realizar con los jóvenes no es simple; no se reduce a una mera información, que ya es algo si se da bien y en momentos adecuados, ni a evitar problemas, tarea a la que parece apuntar lo que se hace (cuando se hace) en la actualidad. Es educar al hombre para que viva plena, feliz y responsablemente su sexualidad.
Como decíamos en la introducción, son los adultos actuales los que tienen que educarse o autoeducarse sexualmente, para lo cual deben llegar al convencimiento de lo valioso de ese esfuerzo. En la medida que lo logren, se ayudarán a sí mismos, ayudarán a sus hijos y trabajarán para una comprensión humana de la sexualidad.
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